Puerperio

¿Sabías qué?

El nacimiento de nuestros hijos e hijas implica un cambio radical, un antes y un después en la vida de la mujer, de la persona gestante, en su historia de vida, en su posición subjetiva, en la relación con su propio cuerpo. El recorrido del embarazo permite que el cambio y la adaptación sea paulatina, dándonos la oportunidad de prepararnos más o menos para el nacimiento, de nuestro bebé y de nosotras como personas maternantes. Al puerperio lo inaugura ese acto, ese proceso, largo e instantáneo, de parir-nos, de nacer. De ser siempre y por lo menos 2, y no volver a ser 1 por largo tiempo. Es un tiempo que se detiene, para asimilar la experiencia del nacimiento, a la misma vez que se descubre un sinfín de nuevas vivencias a nivel corporal, psíquico y emocional. Si están las condiciones dadas, ingresamos a un universo donde es necesaria una extrema sensibilidad y cierta ausencia en el entorno. Podemos ser invadidas por una necesidad física de estar pegaditas a nuestra cría la mayor parte del tiempo, mirándola, oliéndola, sosteniendola, en un reconocerla y reconocernos, no pudiendo ni queriendo destinar atención a otra actividad o persona.Esto sucede para poder estar alertas a las sutiles señales del bebe, y atender cada una de sus imperiosas necesidades. El Puerperio puede ser vivenciado en profunda soledad aunque el encuentro con el otro sea constante. Soledad acompañada de angustia, enojo, frustración, inseguridad, miedos y sentimientos de culpa, agotamiento, sentir que no podemos. También puede que no, ya que es sumamente singular la forma al maternar, pero más de la mitad de las mujeres atraviesan estas emociones y es esperable que así sea.

Al puerperio en soledad lo determina un entorno no comprensivo, exigente, hostil al que le resulta difícil entender e introducirse en la burbuja madre-bebe. Donde todo funciona ahora distinto, y la mujer limita su rol de entrega y cuidados (que antes le fue asignado para otros) a una sola persona y a un mundo propio, íntimo, mágico, no verbal, no racional, donde el lenguaje es el contacto y los olores. Les bebites como ya dijimos son adictivas/os y en función de eso nos comportamos. Manteniéndonos pegadas y enamoradas a ellas. Sincronizando nuestro ser con el de nuestro bebe. El momento del nacimiento, puede acercarse a lo imaginado y planificado, como puede desviarse rotundamente de lo esperado. Muchas veces lo inesperado está asociado a urgencias, riesgos, amenaza, temor. Irrumpe como un evento traumático. Uno de los momentos más maravillosos de nuestras vidas no sucedió como lo soñamos, y esto duele, decepciona, nos preguntamos si tuvimos la responsabilidad de ello, nos resulta sumamente difícil aceptar que no tuvimos el control de la situación, lo sentimos injusto. Somos puerperas en duelo por el nacimiento que no fue, y estamos descubriendo la forma de vincularnos con nuestro bebe aun desde ese dolor. Sentimos miedo, angustia, inseguridad, sentimiento de culpa, frustración. Nos exige la lactancia, y acomodarnos a los tiempos sueño-vigilia de les bebes. Nos exige el entorno cuando no entiende de la tristeza y solo espera vernos radiantes con nuestros bebes.