Embarazo de Bajo-Alto riesgo

¿Sabías qué?

El enfoque y clasificación de los embarazos en bajo y alto riesgo se mantiene desde hace décadas, e históricamente mantiene relación directa con el período de avances tecnológicos en el cuidado de la salud los cuales intervienen en aspectos fundamentales como los diagnósticos, tratamientos y procedimientos. El avance de la ciencia se introduce en el campo de la medicina y se instalan las bases para el modelo tecnócrata y médico-hegemónico que optimiza los recursos en la prevención y diagnóstico de patologías. Ayuda a valorar la probabilidad de que el nacimiento se desenvuelva en condiciones fisiológicas, sin complicaciones emergentes ni elementos de alarma, o que, según ciertas variables dadas por los diferentes escenarios que implica la clasificación “alto riesgo” ese embarazo alcance el término (37 semanas) sujeto a la probabilidad de un aumento del intervencionismo durante el nacimiento, vinculado directamente con la salud de la/el bebé. El enfoque de riesgo no se realiza una sola vez. Implica una valoración continua de la mujer, su entorno y su familia. Un embarazo de bajo riesgo, puede cambiar a uno de alto riesgo. Generalmente, las mujeres que atraviesan un embarazo de riesgo, viven el proceso con mayor ansiedad, y esto varía según la patología y el grado de compromiso, ya sea para la madre o la/el bebé.

¿Las mujeres con un embarazo de riesgo si o si tienen una cesárea? No necesariamente. Según sea el deseo de la mujer, en la mayoría de los escenarios de riesgo, se puede apostar a la inducción del trabajo de parto como una opción segura mientras se dé en condiciones de buen control de la salud y fundamentalmente con acompañamiento significativo. Está demostrado que, por sobre cualquier recurso tecnológico, es el acompañamiento y competencias de las Parteras, la acción en salud más beneficiosa para la atención de embarazos de bajo riesgo y para los de alto riesgo también aunque en estos casos, es el equipo médico que da la atención durante el nacimiento. Se estima que entre un 70% y 80% de los embarazos en su inicio se clasifican de riesgo, y al ser una evaluación continúa y cambiante, este porcentaje tiende a cambiar en aumento de los diagnósticos de patologías o cuadros que comprometan salud de la madre y/o la/el bebe. Estas familias “de riesgo” tienden a atravesar el nacimiento con un aumento del intervencionismo obstétrico en comparación con los de bajo riesgo. Distintas investigaciones ofrecen la conclusión de que el rango promedio de los nacimientos sin complicaciones, sin necesidad de traslados y con una madre y recién nacido/a en buen estado de salud post parto, ronda entre el 80% y 85%. Si bien hay diferencias mínimas, la mayoría de los nacimientos deberían darse sin complicaciones y con nulas o mínimas intervenciones. Este porcentaje tiene relación con la problematización que presenta el aumento del índice de cesáreas, que se puede asociar con el aumento de diagnósticos de escenarios de riesgo y el intervencionismo asociado a ello.